¿Por qué necesitamos un camino espiritual?

Vivimos en una época ocupada; nuestras vidas están llenas de actividades, algunas placenteras, y satisfactorias y otras dolorosas. ¿Por qué tomarse el tiempo para hacer práctica espiritual? A lo largo de la vida, aunque cada uno de nosotros busca la felicidad y a veces la encuentra, ésta es siempre temporal: no podemos lograr que perdure. Para alcanzar la felicidad perdurable necesitamos cambiar nuestro objetivo: enfocarnos en erradicar nuestro sufrimiento y el de los demás no solo temporalmente sino que en forma permanente. La mente es tanto fuente de nuestro sufrimiento como de nuestra felicidad. Puede ser usada positivamente para crear beneficio como negativamente para crear daño.

Aunque la naturaleza fundamental de todos los seres es la pureza sin comienzo ni fin, no somos capaces de reconocerlo. En vez de ello nos controlan los vaivenes de la mente ordinaria, produciendo pensamientos buenos y malos, agradables y dolorosos. Mientras tanto con cada pensamiento, palabra y acción estamos plantando una semilla. Con la misma seguridad con que la semilla de una planta venenosa produce frutos venenosos, las acciones dañinas producen sufrimiento y las acciones benéficas, felicidad. Arroje una piedra en un estanque y las ondas fluirán hacia fuera en forma de anillos, llegarán a la orilla y volverán. De ese mismo modo se mueven los pensamientos: fluyen hacia fuera y vuelven. Cuando los resultados de esos pensamientos regresan nos sentimos como victimas indefensas: si llevamos nuestra vida tan inocentemente, nos preguntaremos ¿Por qué nos están sucediendo todas estas cosas? La respuesta es que las ondas están regresando al centro. Como nosotros creamos nuestras propias aflicciones es que de nosotros depende cambiarlas. Algunos piensan que el remedio para el sufrimiento se encuentra fuera de ellos, en Dios o en Buda. Pero ese no es el caso. El mismo Buda dijo a sus discípulos: «Les he mostrado el camino hacia la libertad. Seguir ese camino depende de ustedes».

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