La práctica de las Seis Perfecciones al ofrecer lamparillas

Por S.E. Chagdud Tulku Rinpoché

En  la tradición budista Vajrayana, acumulamos mérito para crear circunstancias positivas a nivel temporario, como salud, riqueza y larga vida, y, más profundamente, para revelar nuestra naturaleza de sabiduría. De todos los métodos para llevar a cabo la acumulación de mérito mediante la generosidad, la ofrenda de lamparillas es una de las mejores.

Realizamos la ofrenda de lamparillas con la intención de que su luz disipe la oscuridad de nuestra ignorancia, dando lugar a la claridad y la sabiduría. Pensamos en los seres que sufren y deseamos que se calmen sus tormentos. Aspiramos que todos los seres puedan tener claridad mental para descubrir las causas de la felicidad duradera en sus acciones virtuosas de cuerpo, habla y mente.

Al dirigir nuestra ofrenda a los seres iluminados, la realizamos con el mayor esmero. El mérito generado por la ofrenda dependerá de nuestra motivación, del cuidado que pongamos en su preparación y de nuestra visualización al momento de ofrecerla.

Antes de ofrecer cualquier sustancia o trabajo físico debemos establecer una motivación pura, generando profunda compasión por el sufrimiento incesante de todos los seres, y una poderosa fe, además del respeto por aquellos a quienes ofrecemos. La virtud se multiplica al visualizar ofrendas ilimitadas que llenan todo el espacio. En la práctica Vajrayana de visualización, el practicante mantiene una visión de que la verdadera naturaleza de todas las apariencias es pura.

Por el poder de la motivación, visualización y bendición de los seres iluminados, beneficio inagotable es creado para nosotros y para todos. En el budismo Vajrayana se cree que experimentamos sufrimiento, pobreza, enfermedades y condiciones adversas debido a la falta de mérito. Hay un dicho tibetano que dice que, sin mérito, hasta un esfuerzo tan grande como una montaña no logra realizar nada. Acumulamos mérito, a su vez, practicando generosidad, amor, compasión, paciencia, etc.

Podemos usar la práctica de las Seis Perfecciones – generosidad, paciencia, moralidad, diligencia, concentración, y sabiduría- como soporte para la acumulación de mérito cuando ofrecemos lámparas o cualquier otra sustancia. La generosidad, por ejemplo, es consumada con nuestra intención de ofrecer y esfuerzo al realizar la ofrenda, con el material ofrecido en sí y con la dedicación del mérito.

La segunda perfección es la moralidad: la practicamos tanto al pensar y actuar puramente, abandonando pensamientos negativos y decidiéndonos por plantar semillas positivas, como también al dedicar el mérito realizando oraciones de aspiración para beneficiar a todos los seres, incluyendo a seres negativos.

La tercera de las seis perfecciones es la paciencia. La podemos ejercitar cuando nos encontremos con alguna dificultad en nuestra práctica –al mantener la visualización, la concentración o el cuidado y corrección de nuestras acciones-; cualesquiera que sean las circunstancias, permanecemos pacientes.

En nuestra práctica de la diligencia, la cuarta de las Seis Perfecciones, recordamos la preciosidad de este cuerpo humano y dedicamos nuestra vida a la creación de beneficios incesantes. La vida es muy corta y no podemos desperdiciar ni un solo día. Habiendo establecido una conexión con un centro de meditación o cualquier otro lugar de virtud, no deberíamos perder las oportunidades para beneficiar a los seres -mediante nuestro cuerpo, habla y mente- que estos lugares ofrecen. En un lugar sagrado, los efectos de cualquier acción realizada se multiplican.

La quinta de las Seis Perfecciones es la concentración o estabilidad meditativa. Cada vez que nos enfocamos en nuestra motivación y meditación en el acto de la ofrenda -que nos concentramos para no ser arrastrados por pensamientos comunes- estamos practicando la estabilidad meditativa.

La sexta perfección es aquella de la sabiduría, que significa mantener la visión de que el objeto a quien ofrecemos, nosotros mismos y la sustancia o el esfuerzo ofrecido comparten todos un sabor puro y único, una misma naturaleza.

Al implementar la práctica de las Seis Perfecciones en cualquiera de nuestras ofrendas, estaremos posibilitando un océano de actividades iluminadas.

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