Por S.E. Chagdud Tulku Rinpoché
Es mi deseo que el poder espiritual de la paz toque a cada persona en este planeta, irradiando una profunda paz en nuestras mentes, independiente de barreras políticas y religiosas, más allá de las barreras del ego y del foco en uno mismo. Nuestra primera tarea como promotores de la paz es remover nuestros conflictos internos causados por la ignorancia, rabia, apego, envidia y orgullo. Con la orientación de un profesor espiritual, esta purificación de nuestra mente nos puede enseñar la esencia de promover la paz.
Nosotros deberíamos procurar una paz interior tan pura y tan estable para no ser llevados por la rabia de aquellos que viven y lucran con la guerra, o por el auto centrismo y miedo de aquellos que nos confrontan con el odio.
Una paciencia extraordinaria es necesaria para que trabajemos en la dirección de la paz mundial, y la fuente de esa paciencia es la paz interior. Esta paz nos Permite ver claramente que la guerra y el sufrimiento son los reflejos externos de los venenos de la mente. La diferencia esencial entre personas que promueven la paz y las que promueven la guerra es que las primeras tienen disciplina y control sobre la rabia con egoísmo, apego, envidia y orgullo, mientras que las segundas, por causa de la ignorancia, hacen con que esos venenos se manifiesten en el mundo. Si usted realmente entiende esto, nunca se permitirá ser derrotado interna o externamente.
En el Budismo Tibetano, el pavo real es el símbolo del bodhisatva, el guerrero despierto que trabaja por la iluminación de todos los seres. Se dice que un pavo real se alimenta de plantas venenosas, pero transforma ese veneno en los magníficos colores de sus plumas. Él no se envenena. De la misma forma, quien trabaja por la paz no debe envenenarse con la rabia. Trate con ecuanimidad a los hombres poderosos que controlan las maquinas de la guerra. Haga lo mejor para convencerlos de la necesidad de la paz, mas esté constantemente atento a su estado mental. Si usted estuviera con rabia, dé marcha atrás. Si usted fuese capaz de actuar sin rabia, talvez sea capaz de romper con la terrible delusión que perpetúa la guerra y su infernal sufrimiento.
Del espacio claro de la paz interior, su compasión se debe expandir de manera que incluya a todos los que estén envueltos en la guerra, tanto soldados – cuya intención es beneficiar, pero al contrario, causan sufrimiento y muerte y quedan presos por el terrible karma de matar- y los civiles que son heridos, asesinados, o forzados a un exilio como refugiados. La verdadera compasión nace por cualquier tipo de sufrimiento, por el sufrimiento de cada ser, no es atada a lo que es cierto o errado, apego o aversión.
El trabajo por la paz es un camino espiritual en sí mismo, un método para desenvolver las cualidades perfectas de la mente y para testarlas en las necesidades urgentes, sufrimientos extremos y muerte. No tenga miedo de ofrecer su tiempo, energía y soporte.